jueves, 9 de octubre de 2014

¿¿¿POR QUÉ EN MI FOTOGRAFÍA NO SALE LO QUE YO VEO CON MIS OJOS???

Más de una vez habrás presenciado una escena impresionante que has querido captar con tu cámara,  como por ejemplo una puesta de sol, pero al hacer la fotografía y mirarla nos damos cuenta que no tiene nada que ver con lo que queríamos sacar y presenciábamos con nuestros ojos, ¡un chasco vamos! ¿Sabes por qué ocurre? es porque nuestros ojos funcionan de forma distinta a como lo hace una cámara de fotos. Y de eso hablaremos en ésta entrada.

La única coincidencia que tiene nuestro ojos y la cámara es en la forma que tienen que captar la luz:  el objetivo por donde entra la luz, equivale en nuestros ojos a la córnea y la pupila; el diafragma de la cámara se corresponde con el iris, encargado de dejar entrar más o menos luz en el ojo; la lente del objetivo es a su vez el cristalino del ojo, necesario para enfocar a varias distancias; y el material fotosensible, o sensor del ojo, es la retina, donde se encuentran las células fotorreceptoras.

Y ahora veamos las diferencias entre lo que vemos con nuestros ojos y lo que la cámara puede hacer, que es lo importante. 

En escenas con alto contraste nuestro ojo se puede adaptar fácilmente y podemos apreciar las zonas oscuras tan nítidas como las zonas iluminadas. En el caso de que nos encontremos en una habitación a oscuras y la única fuente de luz provenga de una ventana, podemos apreciar los detalles que hay tanto dentro como fuera de la ventana con la misma nitidez. Esto no lo puede hacer una cámara, por lo que debemos escoger que zona queremos que salga bien iluminada en nuestra foto, si la más oscura o la más iluminada. Ya hablaremos de técnicas para conseguir en estas situaciones una foto donde todo esté bien iluminado.



Ante los cambios de luz nuestro ojo se comporta de manera excepcional, pudiendo aumentar su sensibilidad de forma rápida y precisa. Mientras que con una cámara, la sensibilidad depende del sensor y la ISO que estemos usando. Antes era un embrollo andar cambiando de película según la luminosidad de la escena, pero ahora con las cámaras digitales el cambio de sensibilidad del sensor se puede hacer con relativa comodidad y rapidez.

Nuestra visión es selectiva, si dirigimos nuestra atención a un objeto, lo veremos enfocado, mientras que el resto de la escena que lo rodea no la apreciamos tan nítidamente. Centramos siempre nuestra visión en lo importante, evitando así la distracción de lo que no nos interesa. Además, nuestro ojo está enfocando constantemente; allá donde posemos nuestra vista, veremos con nitidez. Pero la cámara no discrimina, y capta todos los elementos presentes en la escena sin diferencias. Así que para evitar fotografías cargadas de elementos que distraigan, tenemos la posibilidad de enfocar una zona a la que deseamos dar importancia y dejar el resto fuera de foco, para que al mirar esa foto, de forma automática, desviemos nuestra atención a la zona más nítida. 





Bueno, espero que con esta entrada os ha quedado claro que cuando no nos salen las fotos que queremos no es que no sepamos hacer fotografías, si no por las limitaciones que tenemos a la hora de representar mediante nuestra cámara el mundo que vemos con nuestros ojos. ;)

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